¿Que por qué me gusta? No lo sé. Quizá por sus ojos. Esos ojos que me hipnotizan. Tal vez por su sonrisa. Esa sonrisa que me hace reír pase lo que pase. Por sus pequeñas manías. Esas que tanto me desquician y que a la vez me gustan tanto de él. Sus brazos. Esos brazos que desearía que me abrazasen a cada hora. A cada minuto. A cada segundo. Su pelo. Demasiado perfecto. Sus obsesiones. Aquellas por las que no vive y tanto coraje me dan, simplemente porque no puedo hacerlas realidad o porque yo no entro en ellas. Me gusta por su inseguridad. La que me asusta y me da escalofríos. Por cómo camina. Por ser distinto de los demás. Por no dejarse influenciar y ser siempre él mismo. Su sinceridad. Por su complicidad. Porque con un simple hola, hace que se me pongan los pelos de punta y los nervios me coman viva. Realmente no sé por qué lo quiero como lo quiero.
Hoy no, tristeza… hoy no. Y me da igual que aporrees tan fuerte la puerta que termines por echarla abajo. Me da igual que apedrees las ventanas de mi casa, y me dan igual tus mil y un mensajes en el contestador. Hoy no es el día, hoy no es nuestro día. Hoy no podemos discutir, ni gritarnos hasta desgarrarnos las gargantas. No pienso sentirme culpable, ni insistirte, ni llenarme las tripas de odio. No quiero darte explicaciones y pelear para que las creas… Hoy elevo mi amor propio a su máximo exponente y te hago invisible. ¿No te das cuenta?.Sí, tristeza… puedes marcharte bien lejos por los aires si yo lo quiero así. Querida tristeza, que te den, pero bien dado.
Duele; aunque no hagas nada, duele. A medida que pasa el tiempo, te quiero más, y es que duele mirarte y no tenerte. Imaginarte conmigo, sólo imaginarte. Y ya me voy acostumbrando a vivir así. He aprendido a conformarme con eso de “se mira pero no se toca”, y mi toalla ha rozado muchas veces la tierra. Pero con el paso del tiempo, aprendí cuál es el mayor de los errores que cometí: intentar sacarme de la cabeza lo que no sale del corazón. Porque dejé que la vida me adelantase, y no agarré su mano cuando intentaba levantarme y le dije que se marchase. ¿Sabéis quién era mi vida? Mi vida era él. Y todavía lo sigue siendo.
Lo siento, si alguna vez no me he comportado de la manera más correcta posible; lo siento, si alguna vez mis palabras te han echo daño; lo siento, si quizá algún día te he ignorado a propósito. Lo siento, por ser tan antipática contigo; lo siento, por no haber respondido nunca a tus palabras; lo siento, pero es que no puedo, no entiendo como he podido llegar a quererte tanto, a la persona que menos podría imaginar, aún no lo he asimilado; cuanto te veo y tienes presente esa sonrisa, no puedo creerme que me encante tanto. Parece que en mí se ha construido una barrera que no me deja mostrar mis sentimientos; lo siento, por hacerte creer que no te quiero y lo siento, por quererte tanto...
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