Una mirada fría. Eso era cuanto ella podía ofrecer. Sentimientos vacíos y un sinfín de gestos y acciones que para ella no valían nada. Ya no era capaz de sentir, de compartir sus miedos con nadie. Ya no sabía amar, pues el dolor la había marcado. ¿Cómo volver a confiar? En ocasiones los golpes que recibimos nos hieren pero podemos volver a levantarnos, en cambio,otras veces nos marcan. Nos marcan de tal modo que nos hacen cambiar; algo dentro de ti da un giro, se cierra una puerta y pese a que cualquier llave encaje en la cerradura, ninguna puede abrirla. 

Es ella la que hace que mire con buena cara a la vida, con sus alegrías y sus penas. Me gusta acordarme de la forma en que nos reímos cuando todo parece ir bien, cuando la suerte está de nuestro lado, y recordar cuando algo hace que tropecemos; nos ayudamos, nos apoyamos y nos levantamos. Espero no perder nunca la ocasión de tirarme horas hablando con ella, contándole mi forma de ver el mundo… Y que me enseñe el suyo, que me dé los consejos más valiosos que tiene, que haga tonterías simplemente para que sonría una vez más. Resulta que cada cual tiene su vida, sus cosas en las que pensar, que son diferentes a las de las demás, pero sentimos la necesidad de estar juntas; porque no sería yo si ella me faltase. Con ella puedo ser yo misma, desaparecen mis miedos, es algo único. Se suele decir que amigos verdaderos hay pocos, pero yo pondría la mano en el fuego, sin miedo a quemarme porque dudo que lo hiciese; yo tengo una que daría todo y mas por mí, al igual que haría yo por ella. Fuimos, somos y seremos siempre nosotras, siempre amigas.