Siempre había oído eso de que las cosas prohibidas suelen hacerse demasiado tentadoras, pero hasta hace poco no había sido realmente consciente. Supongo que era por inocente, pero todos crecemos, cambiamos, y, en algún momento, todos dejamos de ser pequeños niños ingenuos. Ahora, las tentaciones hacia todo aquello a lo que no se me permite acercarme empiezan a ser demasiado fuertes, atrayentes. Y no me refiero a drogas, ni a tabaco. Ni tan siquiera al alcohol. Hablo de algo diferente, de otro tipo de droga, de otro tipo de adicción, de una atracción distinta.
Sabéis a
que me refiero...
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