Duele; aunque no hagas nada, duele. A medida que pasa el tiempo, te quiero más, y es que duele mirarte y no tenerte. Imaginarte conmigo, sólo imaginarte. Y ya me voy acostumbrando a vivir así. He aprendido a conformarme con eso de “se mira pero no se toca”, y mi toalla ha rozado muchas veces la tierra. Pero con el paso del tiempo, aprendí cuál es el mayor de los errores que cometí: intentar sacarme de la cabeza lo que no sale del corazón. Porque dejé que la vida me adelantase, y no agarré su mano cuando intentaba levantarme y le dije que se marchase. ¿Sabéis quién era mi vida? Mi vida era él. Y todavía lo sigue siendo.


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