Y después de sentir, y de exprimir hasta la última gota de todas mis
emociones, me fijo y veo que ya no hay malos ratos ni malos momentos.
Que más allá de las apariencias, se esconden personas con sus problemas y
sus tristezas, sus decepciones y sus bajones, sus errores y su pasado.
Que más allá de tanta superficialidad se esconde lo realmente
importante, lo que llevamos dentro. Y me dispongo a reflexionar una vez
más sabiendo que cada día se aprende algo nuevo, que podemos ser capaces
de empezar de cero. Y ahora sí, sabemos que somos ser capaces de ser
felices.
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