Cuando quieres a alguien, notas como miles de mariposas te recorren la tripa; te hacen cosquillas y es una sensación realmente agradable. Yo la sentí una vez, era tan maravilloso que no quería que eso terminase nunca. Pero llego el día en que él decidió marcharse, y no entiendo muy bien porque, pero sabía que eso tarde o temprano pasaría. Pasaron días, semanas y algunos meses y yo seguía queriéndole y pensando en él como el primer día; esperando sus llamadas e intentando recordar su voz.
De repente me vino a la cabeza lo que me prometió el día en que se despidió de mí:
- Pero seguiremos siendo amigos, ¿no?
+ Claro que sí.
- ¿Me lo prometes?
+ Por supuesto.
Y ahora, me doy cuenta que las promesas son solo palabras, ya que nunca más he vuelto a oír su voz...
Que razón tienes.Las promesas no valen nada..
ResponderEliminarPues si.. no valen una mierda muchas palabras y lkuego.. siempre te la acaban dando
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